Isidro
Nadal Baques, más conocido por “Llum de la Selva”, junto con tres
amigos fundó en 1925 la primera sociedad naturista de España vivió sin
la ayuda del exterior, sin dinero y sin electricidad, sólo de las frutas
y verduras que cultivaba
No-violencia,
naturista,
ecologista,
vegetariano y
crudívoro catalán que, para ser consecuente con sus ideas, vivió como un
eremita gran parte de su vida.
Infancia y juventud
Sus orígenes familiares son una incógnita, pues no hay consenso total
en cuanto a la fecha de su nacimiento, pero parece que fue la noche o
quizás el Día de Reyes de 1877. Cuando Llum se refería a su nacimiento,
decía que fue abandonado en una cesta, “como Moisés”, en un rincón del
puerto de Barcelona. Unas monjas lo acogieron en un orfanato y lo
denominaron Isidre Nadal, nombre que conservó hasta que adoptó el de
“Llum de la Selva” (en castellano:Luz de la Selva), un nombre más de
acuerdo con su vocación de guía y “faro” de los humanos.
A los catorce años huyó del orfanato y se puso a trabajar, y pronto se vio seducido por las corrientes
anarcosindicalistas
del momento. Se las ingenió para evitar el servicio militar cuando
tocaba defender las últimas colonias españolas. Fue seguidor de
Ferrer y Guardia.
Sin embargo, con el tiempo, su inclinación por la naturaleza fue más fuerte que por el
laicismo
y la subversión popular. Su conocimiento de la naturaleza le valió para
conseguir la confianza de algún potentado labrador, que lo puso de
capataz. Parece que estuvo también al frente de una de las comunidades
agrarias que proliferaban en aquella época. Fue toda su vida un
autodidacta, no tuvo acceso a estudios formales, pero su tiempo libre lo
dedicaba a la lectura, a menudo a la luz de una vela.
Se hizo vegetariano y viajó por España y Europa. Con tres amigos suyos fundó en 1925 la “
Sociedad catalana de naturismo”, la primera sociedad
naturista del estado español. Colaboró en la
revista Pentalfa,
pionera de los movimientos pacifista, ecologista y vegetariano
españoles. Esta revista proclamaba en la portada:
“No tiene tendencia
política, social ni religiosa; combate los vicios del alcohol, tabaco,
carnes, tóxicos, la prostitución y la pornografía.” Toda la vida
conservó su espíritu
libertario:
él y sus amigos tuvieron que salir corriendo más de una vez perseguidos
a tiros cuando tomaban el sol desnudos, y nunca tuvo documentos de
identidad. Se dice que llegó a mantener correspondencia con el propio
Tolstoi.
El Jardín de la Amistad
Con su compañera Carme compraron un huerto en Can Rull, entonces en las afueras de
Sabadell,
y lo denominaron el "Jardín de la Amistad".
Allí pudo vivir unos 70
años casi sin dinero, y sin electricidad, comiendo sólo los frutos que
producía el huerto, pero siempre crudos, para no emplear el fuego.
Parece que en una ocasión vio a uno de sus visitantes que intentaba
encender fuego en el suelo para cocer las verduras y comentó:
"¡Pobrecillo, es vegetariano!". A menudo andaba descalzo para no hacer
daño a las plantas, mientras la ciudad crecía a su alrededor.
Actualmente, el lugar se ha conservado integrado en el Parque Cataluña.
Desde este lugar vio pasar la
Dictadura de Primo de Rivera, la
Segunda República, la
guerra, el
Franquismo y la
Transición
sin apartarse nunca de sus convicciones. El "Jardín de la Amistad"
congregaba a personas de todas las familias espirituales de cada época y
a muchas personas que se acercaban para conocer las enseñanzas del
abuelo.
Jordi Maluquer, que visitaba a menudo al abuelo, fue además el
artífice del encuentro con otro gran pensador espiritual de aquellos
tiempos: el italo-francés
Lanza del Vasto, discípulo de
Gandhi y fundador de la
Comunidad del Arca.
El contraste entre ambos patriarcas era quizás una de las claves de su
complementariedad y amistad. El uno menudo y de voz limitada, el otro
grande y de voz poderosa. El catalán no tenía un mensaje de
transformación a gran escala, no hacía declaraciones elocuentes, tan
sólo predicaba con el ejemplo; mientras que el francés tenía una clara
vocación de masas. Lanza del Vasto visitó varias veces el "Jardín de la
Amistad", y en sus visitas fue trabajando un bastón que, cuando lo hubo
acabado, se lo entregó solemnemente a Llum.
El 1980, en una entrevista para la revista
Interviú,
declaró: "A mi no me interesa vivir muchos años; nunca me ha
interesado. Lo que me ha interesado es el camino y que éste haya sido
agradable, sin enfermedades, sin pesadillas, sin angustias.”
Y a la revista
Integral
de septiembre de 1982: “Dime lo que comes y te diré quien eres. El
primer paso es una alimentación natural. Los alimentos naturales crudos
limpian la savia de nuestra sangre y entonces recibimos el rocío
bienhechor de la salud.
Yo jamás cocino con fuego. La fruta es el
elemento más elevado que Dios ha concedido a los hombres.
Es la
liberación del hombre de la cocina. Toda otra comida hace que el hombre
caiga enfermo, no inmediatamente, pero sí al cabo de los años. Los
hombres sólo piensan en estar fuertes, pero existe una alimentación
superior que la llamo Natura. Ella hace que me alimente mucho más de los
rayos del Sol que de la comida que como. Por eso, desde los 17 años he
comido fruta sin fuego, y nunca he estado enfermo.”
Los últimos años
Cuando murió su compañera Carme, unos amigos originarios de La Rioja,
a quienes él llamaba "Clavell" y "Clavellina", lo acogieron en su
"Kolonia de Plana Bella", en la comarca del
Montsiá,
donde murió con casi 107 años de edad. Según Jordi Maluquer, Llum solía
decir que “Este maniquí ya no me sirve”. Explica Maluquer que cuando
iba a hacer la siesta comentaba que iba al “ensayo general” para decir
que dejaba su cuerpo tan sólo un breve rato para después volver a la
vida física.
Se le enterró como él quería: junto a un ciprés, entre los olivos,
con una túnica blanca y sin ataúd, “para que las flores nacieran antes”.
Cuatro mujeres lo llevaron sobre una plataforma hasta su tumba,
cubierto tan sólo por una sábana. El entierro fue por la mañana y
durante todo el día no paró de pasar gente para despedirlo. Una suave
música de violín ponía fondo a aquella bella imagen.
Maluquer explica
también que cuando hicieron las gestiones para enterrarlo en la "Kolonia
de Plana Bella" de
La Galera,
en realidad no encontraron ningún impedimento legal. Al abuelo no se le
podía "dar de baja" porque, de hecho, nunca se le había "dado de alta",
es decir que nunca había constado en el
registro civil
L
e
llamaban maestro, gurú, pacifista, ecologista, naturista, ermitaño y
hasta sabio iluminado. Conocido como Llum de la Selva, Isidre Nadal
convirtió sus huertos de Can Rull en lugar de peregrinación para
seguidores de toda España en los años 70. Murió en 1983, a los 106 años,
en La Galera (Montsià).
Actualmente se le reivindica desde diversos ámbitos sabadellenses y
uno de sus seguidores, el profesional de las artes gráficas de Badía,
Nicolás Parreño Román, 61, presenta mañana en Sabadell su libro
Llum de la Selva donde recoge el pensamiento de «el abuelo».
¿Cómo ha de recordar la historia a Llum de la Selva?
Como a Gandhi o Martin Luther King. O incluso más que ellos porque el trabajó siempre en solitario.
Pero está hablando de dos monstruos.
Llum de la Selva no fue tan famoso, pero era un maestro vegetariano
de la no violencia. Para mi y muchos otros jóvenes que buscábamos
verdades, fue un faro en la vida.
¿A usted le cambió la vida?
A mi y a todos los que íbamos al Jardí de l’Amistat. Después de
hablar con él, todos encontrábamos nuestros sitio en el mundo. Tanto si
ibas buscando espiritualidad como salud o consejos prácticos.
Habla de él como un ser superior.
Yo estoy convencido de que «veía». No podías engañarle porque veía tu energía y ésa no miente.
¿Cómo influyó en usted?
Me dio coraje para estudiar en la Massana de Barcelona y a la vez
trabajar. He trabajado mucho en esta vida gracias a él. Y mis padres,
emigrados de Alcázar de San Juan, nunca tuvieron que gastarse un duro en
mí.
¿Y en lo interno?
Soy una persona muy espiritual.
¿Era Llum de la Selva fruto de aquellos movimientos naturistas de principios de siglo XX?
Era próximo a los doukhobos, unos pacifistas rusos perseguidos por el
zar, pero protegidos por el escritor León Tólstoi. El abuelo vino a
Sabadell como doukhobo con nueve familias más.
¿Por qué a Sabadell?
Alguien les cedería ese terreno en Can Rull y ahí se instalaron para
profesar su filosofía de naturismo y no-violencia. El propio Tolstoi
les enviaba dinero desde Rusia. Pero con la guerra civil marcharon todos
menos él.
¿Y durante el franquismo?
Se hizo amigo de la Guardia Civil de Sabadell que incluso le
protegía. Le veían como un pobre hombre que vivía sólo ahí en medio de
campos. El salía airoso de todas las situaciones.
¿Iba de guru?
Al revés. Su frase predilecta era «No dobles la rodilla ante ningún
hombre por sabio que lo veas, si lo idolatras despiertas su vanidad».
¿Ninguna actitud mística?
Que va. Se hacía amigo de todo el mundo. Incluso se hizo amigo de los
primeros emigrantes que llegaron a Can Rull y le robaban frutas y
verduras.
¿Era autosuficiente?
Absolutamente. Sólo comía frutas y verduras de su cosecha y todo
siempre crudo. Yo le recuerdo zampando unas tomatadas de miedo. Y estaba
en contra de frutas más allá de 100 kms. a la redonda. La piña no
quería ni verla.
Este libro parece la reproducción de un manuscrito.
Lo es. A algunos nos entregó unas fotocopias con su filosofía escrita a mano y así las he reproducido yo en formato libro.
¿«La selva» eran los campos de Can Rull?
Sí, por eso hay mucha gente que quiere recuperar esa zona para reivindicar a Llum de la Selva.
¿Sabadell debería rendirle homenaje?
Por supuesto. Ya ha habido iniciativas en ese sentido y hay quien
está protegiendo los árboles y plantas medicinales que aún quedan en la
zona.
¿Por qué se dijo que había muerto cuando aún estaba vivito y coleando?
Hicieron correr el bulo para que lo dejaran tranquilo. Ya tenía más
de cien años y le visitaba tanta gente que se cansaba. Un día se lo
llevaron a La Galera y allá murió en paz a los pocos años.
Y lo enterraron bajo un ciprés.
Lo que es un honor para mi, porque él siempre me llamo «Xiprer».
Sólo enterraron su cuerpo
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Un pequeño jardín, una parcela en el extraradio de la ciudad
industrial de Sabadell (BCN), se expandió allá por los años 60-70 del
siglo XX entre personas curiosas por la incipiente cultura ecológica de
entonces, practicantes aficionados a múltiples tradiciones espirituales,
anarquistas…
Un minúsculo jardín mimado por Llum de La Selva. Éste
hombre que no reivindicaba tradiciones, ni vendía enseñanzas ni sentó
nunca cátedra alguna era un señor muy delgado, con barba y cabellos
blancos, con una sonrisa amorosa esbozada en sus labios. El porqué de
que alguna gente se acercara a su jardín es una muestra de como no
siempre es todo fruto de complejas operaciones marketinianas, esfuerzos
por acercar un “público-cliente” a la oferta espiritual o social de
turno.
En el jardín de Llum (luz, en catalán) se compartía sin importar
demasiado la situación de cada uno, ni las creencias. Y así, hoy,
quienes le conocieron no están esculpidos por una idiosincracia concreta
de Llum.
En unos años trepidantes en que en nuestro pais comenzaban a
establecerse todo tipo de centros y lugares de prácticas diversas (yoga,
meditación, contactantes de extraterrestres, religiones…) que buscaban
lugares especiales para asentarse, Llum de La Selva vivia discretamente
en su jardín rodeado ya de edificios y asfalto en la ciudad que crecía y
crecía con el aumento de la oferta de trabajo industrial.
Probablemente, solo la revista Integral en sus primeros números
divulgaba la presencia de este anarquista espiritualizado y
asilvestrado. Hoy dia no tiene mucha más presencia en los medios de
comunicación y redes sociales. Alguien abrió una página FB, un discreto
documental y poco más. Solo la memoria de quienes le conocieron. Como
dicen en los entornos del zen y el tao, Llum era inasible, premisa que
parece básica para vivir libremente…
Cuando ya la edad restó autonomía a Llum, algunos amigos le invitaron
a vivir con ellos cerca de Tarragona. Y más tarde se trasladó, también
invitado por amigos, un poco más al sur, en la Galera, cerca de Tortosa
(Tarragona). Olivos, escasez de agua y mucho sol, así era y sigue siendo
ese territorio. Los años 70 quedaban atrás, algunos miembros de la
comunidad ibérica más fertil, Arco Iris, se trasladaron cerca de la que
sería última residencia de Llum y varias fincas colindantes fueron
habitadas por amigos que iban llegando.
A la Galera nos acercamos recientemente unos amigos desde Tortosa.
Pasar un buen rato juntos y visitar la casa desde la que Llum despidió
esta vida terrenal era nuestro objetivo. En la casa vive actualmente una
señora alemana, rodeada de árboles y plantas que burlan la sequedad del
lugar.
Solo lamenta los constantes robos a las casas de la zona. En las
fincas vecinas siguen viviendo o pasando parte del año viejos amigos y
conocidos de Llum. Miguel, comerciante de antiguedades especializado en
objetos, libros y demás sobre la histórica CNT ofrece su material desde
internet. Se pueden encontrar ejemplares de la revista Alfalfa,
colecciones de Integral, moneda papel de las comunidades autogestionadas
durante la guerra civil española…
Miguel nos habla de la simpatia que
Llum despertó entre muchos comuneros del Arco iris, nos enseña su huerto
estilo Fukuoka y nos abre las puertas de su casa, de planta circular y
con una bella cúpula superior. Ya no es su residencia habitual pero allí
acude a diario. se respira cierta calma confiada, otro pequeño oasis en
tierra de secano. Su vecina Violeta nos enseñó bajo el sol de julio su
pequeña balsa de agua, con un yin yan de mosaiquitos en el fondo y
pececillos de color rojo habitándola. Coincidimos con algunas otras
personas que recuerdan a Llum y que de alguna manera sus vidas fueron
matizadas en su entorno.
Desde aquí un abrazoXpansivo para Llum de La Selva. Nuestro pequeño
reconocimiento para él y nuevamente celebramos silenciosamente este
momento… que a veces es la vida.